Increíble pero cierto, el día que me percaté que te tenía tan cerca deseaba besarte. Sin embargo, aprendí algo más que eso. Aprendí que una persona llamada YO, decide hasta dónde puede llegar, es decir, que nos convertimos en nuestra piedra en el zapato en repetidas ocasiones, somos hasta nuestros propios enemigos y tememos salir heridos, derrotados, abatidos, pero en definitiva, es mejor arriesgarse, defenderse y pensar que es posible, porque lo haces posible.
El día de nuestro reencuentro, octubre 2013, cuando nuestras miradas se cruzaron, no pude evitar sonreír porque me salió del alma. Ya sé que en encontrarte me tardé… Perdón, una canción me atrapó, un día de estos he de robarte un beso con pasión, jajaja, mi sueño.
Año y medio más tarde. Partiste, decidiste iniciar de nuevo con todo lo que eso implicara, por lo que te convertiste en un ser importante en mi vida, en realidad, ya lo eras desde antes, pero no quería aceptarlo. Ahora que te encuentras a kilómetros de distancia… te añoro, te ansío, me haces falta.
A pesar de ello, me dejas ver a través de la lente de una cámara lo que estás observando en ese momento, el aquí y el ahora, y eso hace que me transporte a lado tuyo. Compartimos ese momento juntos, me permites ver lo que tus ojos aprecian… Un sol radiante, estructuras, cimientos: poesía pura.
No sé qué decirte, pienso que ya lo sabes, que te lo imaginas, y es que siento algo POR TI, llamémosle: mariposas (qué cursi soné), o cómo sea. Estoy feliz de que estés destacando en lo que te apasiona, te admiro, te estimo y deseo que pronto nos volvamos a encontrar, estemos frente a frente y te diga: te quiero, no te vayas, bueno, está bien, huyamos juntos, perdámonos en el mar, en el viento, en la arena. En otras palabras, llévame contigo. Y decirte en otras circunstancias y después de estar en las mismas condiciones: QUIERO una vida contigo.